lunes, 20 de febrero de 2012

Webeando

Hola Lectores!! Después de un fin de semana algo movido vuelvo a la carga con  otro post. Esta vez para conversar con ustedes de un tema del que todos hemos hablado en alguna ocasión, pero no todos estamos seguros de entender: internet y la transición al cambio de las estructuras de la sociedad de información.

Muchos de ustedes (y yo) estamos en alguna red social o en más de una. Seguro han observado que hay varios tipos de usuarios, pero –en general- los más jóvenes, suelen crear sus identidades virtuales en base a enlaces. En lugar de escribir sobre ellos o sus opiniones, publican citas de libros, comics, canciones o enlaces a videos de Youtube o archivos MP3. Lo que para los que estamos un poco mayorcitos es un espacio de expresión, para ellos es un espacio que les permite mostrar su identidad en un entramado de muchas cosas con significado, que recopilan en la web.

Al final, esto es solo la demostración de que internet es tan importante en las vidas, que la información disponible en ella puede llegar a formar la imagen frente a los demás. Da, como podría decirse, un material de construcción. Pero, también la posibilidad de relacionarse. La autoexpresión es ahora tan relevante, que –especialmente los jóvenes- necesitan compartir lo que descubren. Cualquier ley u organismo que impida hacer esto (pensando en que Apdayc y Unimpro, por ejemplo), estaría de alguna manera amputando identidades. Valgan verdades, para todos los usuarios activos de internet, impedirnos usar o compartir contenido web, sería un poco como cortar nuestra libre expresión. Internet es ahora el nuevo entorno de actuación e incluso de vida digital. Si algo hay ahí, lo utilizamos.

¿Esto es un robo? No sabría si decirles que si o que no. Pienso que no se puede utilizar el término de “robo” con los temas relacionados con la información o con la cultura. No creo que se pueda hacer un simil directo con los bienes materiales. En el siglo XIX, por ejemplo, no existía un propietario de la cultura o de la información. Las noticias se transformaban en canciones y se pasaban de ciudad en ciudad, las expresiones culturales usaban también textos literarios. Era lo natural y lo que permitió el desarrollo. Pero cuando apareció la industria de la cultura en el siglo XX, los cantantes ya no fueron cantantes sino vocalistas, y aparecieron los sellos musicales, comenzó la profesionalización. Con la profesionalización apareció el modelo de reserva de los contenidos, pues el desarrollo de los medios en el siglo XX, llevó a la masividad, y por eso también, a las reproducciones en masa.

¿Seguimos todavía en lo mismo? Aunque algunos no lo quieran ver, la situación real ha cambiado actualmente. El cambio se ha dado a partir de la aparición de internet, aunque comenzó desde cuando aparecieron las computadoras en las que podías mezclar música, incluir imágenes, etc. Pero es con la internet y con el crecimiento de las conexiones, que se puede compartir el contenido que está en la web, y también el que se modifica a partir de éste. La estructura de la cultura y de la sociedad ha cambiado. Y por eso también, debería cambiar la estructura de la industria cultural y de la información. El modelo que se tenía para la industria en el siglo XX ya no es válido. Las relaciones entre la producción de contenidos y el consumo son diferentes a las de antes, y no podemos regirlas con las leyes que teníamos cuando todo era comunicación de masas. Los artistas, para mantenerse vigentes, van a tener que hacer un esfuerzo de buscar canales de distribución nuevos y alternativos, no depender únicamente de las productoras o realizadoras. Radiohead es un grupo que es un ejemplo en esto, así como el portal Bandcamp . Las sociedades de distribución de regalías, de igual modo, van a tener que buscar un nuevo modelo.

No digo que no hay que proteger los derechos de autor y la creación. Nada más lejos de lo que pretendo comentar. Pero, Amigos, los temas de propiedad intelectual tienen –para el momento actual- más imperfecciones que beneficios. Son básicamente reliquias del pasado. Y para no caer en la anarquía de dejar que todo el mundo webee lo que quiera en la web, es necesario pensar “fuera de la caja” y encontrar otras fórmulas para recompensar la creación. No puede tratarse de restringir los contenidos.
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